viernes, 22 de agosto de 2014

COMPARTO MI CUENTO: "KALCETINAZO I (LA BRIGADA DESHILADA MÁS HILADA) EDITADO EN BUBOK PUEDEN ADQUIRIRLO O BAJARLO EN PDF EN EL LINK SIGUIENTE: http://www.bubok.com.mx/libros/197288/KALCETINAZO-I---LA-BRIGADA-DESHILADA-MAS-HILADA



CON GUSTO LES COMPARTO UNOS HILOS DEL CUENTO:

KALCETINAZO  SIR RESORTE, era un calcetín otoñal, la edad lo había hecho mermar su apuesta apariencia. Su copetudo resorte se encontraba ya alicaído, su firmeza y su color negro azabache  se fueron desgastando poco a poco al cabo de tanto tiempo de estar queriendo mantener su apariencia limpia y presentable, su piel delicada de seda lo hacía no tolerar la  mugre y menos los malos olores,  siempre  fue exagerado en su cuidado personal,  se metía diario al club de la lavadora para hacer su ejercicio favorito de giro centrifugado, acompañado con un baño con agua y jabón espumoso, era  excesivo en sus cuidados y algunos lo consideraban un calcetín metro sexual, pero otros lo tachaban como un “tela suave”, lo que si es cierto es que perdió a su pareja, no le aguantó el trote, eso decía él, siempre supuso que su pareja se fue de su lado por sí misma, pues un buen día que entraron al club juntos ya nunca más la vio al salir. La buscó de regreso en su cajón hogar, antes había pasado a buscarla en “el Cesto” lugar de paso, donde  se reunían antes de meterse al club; la buscó en los estantes cercanos, donde luego solía ir ella a ver cosas y rozarse con otras prendas, pero se cansó de buscar y concluyó que ella se había marchado por voluntad propia. Según él dedujo, su calchetina se había cansado de su ritmo de vida, dedicado mayormente a su excedida limpieza, pues ella no era muy hacendosa y descuidaba mucho el aseo y su apariencia personal. Así lo manifestaba los primeros días, en las juntas de la asociación de calcetines solitarios, donde se inscribió al otro día de perdería, pues no soportó estar solo dentro de las cuatro paredes en su cajón hogar. Esta asociación era un centro de rehabilitación psicológica, atendido por especialistas, quienes implementaban sesiones en las que reunían a los pacientes en un salón, donde tenían unas sillas colocadas formando un amplio circulo, y así sentarlos frente a frente para que expusieran sus vivencias, sus afecciones, explayándose sin inhibiciones ante todos los ahí reunidos, era una especie de mesa redonda, en donde se aplicaba la terapia colectiva del desahogo.
El Dr. Calceta Parada, especialista en problemas matrimoniales y disfunción de parejas, encargado de llevar el control de las sesiones en esta asociación, y de aconsejar a los participantes, para en su caso canalizarlos al especialista más recomendable, había cedido la palabra a Kalcetinazo y no encontraba manera de callarlo, lo que era una exposición en mesa redonda para exteriorizar y sacar todo lo que les aflige a cada uno, se había convertido ya en un monólogo reiterativo de más de una hora por parte de Kalcetinazo, quien despotricaba todo lo que le había hecho sufrir su mala calchetina, su pareja a la que le había dado todo lo que ella había querido en la vida; se jactaba de ello una y otra vez, pero el Dr. Calceta captó perfectamente, que no era aflicción o tristeza lo que sentía Kalcetinazo, después de escucharlo repetir hasta hartarlo  la historia de su vida en pareja, con  la mala, pérfida y desagradecida de su calchetina, con quién vivió  tres años, tres delicadísimos años de total entrega, tres insufribles años para ella, concediéndole todos sus caprichos, dándole vida de reina –¡A la desgraciada!– (Enfurecía y alzaba el tono de voz al pronunciar esto) y compartiéndolo todo juntos,  como los baños a los que iban seguido en el club de la lavadora, los rocíos sensuales de talco, las grandes y sudorosas caminatas, y los extasiados momentos colgados al sol y al fresco que tanto disfrutaron meciéndose, para después de estás largas jornadas, acabar desparramados en el cesto o enlazados amándose en su cajón hogar, etc…etc. y así más y más, quejas, reclamos, jactancias, críticas, insultos y demás para su calchetina, para finalmente terminar siempre esbozando un llanto forzado y fingido al acabar su perorata.

—Si le dio una vida tan complaciente y plácida ¿Por qué cree usted que se haya ido? Es decir  por qué no pensar que fue, por darle un ejemplo, secuestrada, o que se haya simplemente perdido  Kalcetinazo. –Le cuestionó el Dr. Calceta logrando por fin interrumpirlo–. Debe usted considerar está posibilidad ¿Dio parte a la policina? ¿La reportó como extraviada? ¿Sabe que hay muchos casos de calchetinas extraviadas en esa zona de confort al año? ¿Sabe cuántos calcetines y calchetinas han venido aquí a este centro a externar el abandono de su pareja, y cuántos  a final de cuentas constataron que no fue abandono? Muchos de estos casos fueron extravíos, los fuertes vientos las alejaron y tardaron en aparecer se encontraban perdidas; en otros fueron víctimas de secuestro, la policína las encontró encerradas en cajones aislados de resguardo o seguridad, y sí, los menos casos fueron de abandono, en los que se demostró que se habían enredado con algún tercero por la mala vida que llevaban, pero son los menos  Kalcetinazo, además que usted se ha cansado de externarnos que la trataba maravillosamente, ¿Entonces? ¿Por qué abandonarlo? ¿Por qué no se da la oportunidad de considerar las otras posibilidades?

—No doctor, ¡perdóneme!, perdóneme  le interrumpa ¡hip! –perdón, este “inche” hipo ya me tiene aflojado los hilos– continúo, le decía yo y perdóneme si le ofendo, pero usted está equivocado, muchas calchetinas, aunque lindas y chulas de bonitas, son unas ingratas, pérfidas y desagradecidas, les da uno la mejor vida y son una jijas de su deshilachada vida, nos pagan con traición, ¡Ja! Qué si tengo experiencia en ello, esto me ha sucedido a mí, a este suavecito y dulce calcetín, en mis dos primeros  matri-monios y ahora mi tercera esposa también ha desaparecido, aunque ella debo de decirlo, de una manera misteriosa, por lo que no puedo mal juzgarla…aún. ¡Hip, hip!, perdón. ­—Interrumpió al doctor, don Tobillero, otro asiduo personaje a estas sesiones, un calcetín de nailon muy descompuesto, su apariencia era muy deplorable, con un cuerpo arrugado y aguado, siempre andaba encogido hasta los tobillos de tanto alcohol que bebía, irónicamente era de color vino.

—Perdóneme usted don Tobillero. –El doctor rápida-mente frenó su intervención-–, pero suavecito y dulce ni que fuera rompope lo que toma a diario. El que no ha querido entender y reconocer que es un alcohólico…

— ¿Alcohólico ¡Yooo! ¡Hip!? ¡Patrañas! Solo tomo una copita de rompopito digestivo después de mis alimentos. – Interrumpió refunfuñando Tobillero-

—Pues o come diez veces al día o esa copita digestiva es de un litro de capacidad, pues siempre anda hasta el tobillo de tomado,  y ¡esa! esa negación suya es la causa y  el principal motivo de que sus calchetinas lo abandonaran. Entienda que el culpable es usted; viene sesión, tras sesión a tratar de culpar a su calchetinas y no ha querido aceptar que lo de usted es una enfermedad y requiere otro tipo de terapia, para poder componer su vida. Ni quiere aceptar tampoco, que su última calchetina no lo abandonó ni se fue con nadie, simplemente se alejó de su mal trato y fue quizás sí, a vivir con su calchetamadre. Le recuerdo que su calchetina venía antes que usted a este centro y aquí se le hizo ver, que el que estaba mal era usted y requería ser tratado contra el alcoholismo, digamos que le aguantó demasiado don Tobillero, usted siempre aguado de borracho no media, no era consciente del mal trato que le daba; la jaloneaba, le daba una restirada de resortes que no vea       –Era cariño extremo doctor (le interrumpió Tobillero)– Sea lo que sea mi estimado, pero aquí la pobre  llegó un día toda estirada y entonces se le aconsejó que mejor se alejara de usted, hasta que aceptara y reconociera usted mismo su culpa, su enfermedad y se sometiera a tratamiento para la misma. ¿Hasta cuándo reconocerá su culpa? Nada remedia con seguir viniendo a desahogarse aquí, todo ahogado en su suavidad y dulzura, si hace caso omiso a lo que se le sugiere.

—Se le ha olvidado… si me permite mi estimado galano.

—Galeno Calcheobeso, soy galeno, lo de galano déjeselo a Calchondo, pero adelante tome usted la palabra con  confianza. –Calcheobeso era un calcetín grande de altura, tan alto que podía ser confundido con una calceta sino fuera por las fibras más finas de su piel, la cual era morena de un tono café claro, y el que además, pese a estar muy desorbitado de la cintura (su gordura  se concentraba en su barriga enorme)  era un calcetín fornido y musculoso, desnalgado pero musculoso.

—Muchas gracias entons galano, digo galeno, le decía yo, que ha olvidado hacer ver la posibilidad al molesto Kalcetinazo, de que su compañera haya sido una víctima más de una desaparición del tercer tipo, esas que para todos es un misterio, hay quienes dicen que muchos de los desaparecidos, son plagiados por  calcetes extraterrestres, usted sabe, calcetes de otros planetas, o de alguna dimen-sión desconocida, y otros más aseguran que sectas malignas les sustraen, para ofrecerlos en sacrificio a los “dioses de la nada”; sabe cuál de ellas sea la causa y quién tenga razón, pero de que desaparecen ipso facto! y de una manera muy misteriosa, desaparecen. ¡Sí doctor! Se esfuman, se desintegran, se desvanecen, que sé yo, ¡qué sabe nadie!

— ¡Calcheobeso! En esta mesa solo damos y prestamos ayuda basándonos en cosas reales, apegadas a lo científicamente comprobado, no espante y desoriente usted a Kalcetinazo, más de lo que ya está de turuleco ¡Por favor!

—Turuleca su calchetamadre ga…lono. –murmuro casi imperceptiblemente molesto Kalcetinazo y guardó silencio.

—Pero es algo… ¡real doctor Calceta! –Interrumpió abruptamente Calchondo–, que la ciencia no pueda expli-carlo no quiere decir que no haya casos así, yo sé de uno, si me permite contarlo. ¡Por santa Calchetuda que fue cierto!, me consta, solo le pido que me escuche, que me escuchen todos, doctor por favor.
—Enérgicamente Calchondo se interpuso frente al doctor parándose de su asiento.
Calchondo era un calcetín de buena presencia, personalidad llamativa, bicolor de un azul rey con amarillo intenso; de mediana edad, pero bien conservado, sus fibras se habían hecho fuertes y resistentes a base de mucho ejercicio, perteneció algún tiempo a una agrupación de caminantes; muy deportista pero muy “calchetiniego”, cambiaba de calchetina continuamente, pero como galán que no quería perder su prestigio de eso mismo, acudía a estas sesiones cada vez que alguna calchetina, cansada de sus infidelidades lo abandonaba, y siempre venía a estas pláticas para argumentar desaparición misteriosa de sus parejas, haciéndose el muy afligido, todo para tapar el ojo al “calcho” de que, lo habían mandado a volar y que lo dejaban por calchetiniego empedernido, fingiendo para esto, estar muy desconcertado y preocupado por ello. Con ésta ya era la quinta vez que aparecía por aquí en este centro de ayuda.
— ¿Puedo doctor?—. Al doctor no le quedó más remedio que dejarlo continuar, asintió con la cabeza y se sentó a escuchar su relato.
–Verán ustedes, después de contarles lo que me ha sucedido me darán la razón. Era un sábado perfecto para ir de juerga, yo quería ir a reventarme al “Calcetín colgado dance” es un antro nuevo y perfecto para colgarse a bailar toda la noche,  con música súper “nice”; pero mi quinta calchetina, (sí mi última pareja de mis ya cinco exterminados matrimonios que llevo, por similares desapariciones misteriosas, que luego les contaré también como fueron cada una de ellas) quiso acompañarme, y por más que hice hasta lo imposible por persuadirla de no hacerlo, no pude, y bueno, no me quedó de otra que llevarla; al llegar, quedamos asombrados, la pista de baile era enorme, al aire libre, alumbrada con solo las estrellas, muy romántico el ambiente; un colgadero central giratorio espectacular, el cual ya estaba lleno de calcetines y otras prendas danzando girando suavemente, al ritmo de una suave brisa, así que para pronto nos colgamos a bailar, lo hicimos toda la noche, sin embargo, de repente la música se prendió, los giros provocados por un fuerte viento, se volvieron más intensos, a todo mundo puso a bailar a altas revoluciones, con decirles que hasta mareado andaba; amanecía ya, y la danza, los giros, en lugar de ir merman-do se intensificaban; en una de esas, en pleno frenesí, me disponía a abrazar a mi  pareja, cuando sólo alcancé a ver un destello de luz verde que me cegó momentáneamente, y ¡Zas! mi calchetina desapareció. ¡Se hizo humo ante mis ojos! Como pude salí descolgándome de la pista, la empecé a buscar por todos lados, pero todo subió de tono, y se comenzaron a escuchar muchos gritos, algunos calcetines salieron volando de la pista, todo se volvió un caos, hubo mucha confusión, en eso llegaron los “policines”  y comenzaron a levantar a todos los calcetines tirados, y a descolgar a los que aún peramanecían colgados bailando; los que andaban pasados de copas (muy húmedos) o sucios, fueron remitidos al cesto de retención, en los separos de la comisaría de policina,  los demás fueron enviados a sus cajoneras, les juro que la busqué por todos lados, bajo la pista, en sus alrededores, fui a la cárcel a ver si no se la habían llevado ahí y nada; mi calchetina desapareció. Esa luz verde me hace supo-ner, que se abrió la puerta a otra dimensión desconocida, o fue sustraída de la pista por ese rayo de luz verde, quizás de alguna nave extraterrestre, eso sí no lo sé, pero así sucedió señores. ¡Se los juro!
—El Dr. Calceta se levantó enérgicamente, y haciendo un ademán con la mano y sonriéndole indicaba a Calchondo se sentase—. Pee…ro no quieren que les cuente como desaparecieron mis otras cuatro calchetinas, las circuns-tancias son parecidas, sucesos que lo dejan a uno aguado del susto, me temblaban los resortes, quedé flojito, flojito, en cada uno de ellos, son todos casos inexplicables doctor.  —Calchondo interfería al doctor mientras éste avanzaba encimándosele, haciéndolo retroceder esbozando una son-risa sarcástica y con un ademán indicándole su silla, con-siguiendo con eso que Calchondo se sentara casi de sopetón.

- Ya hemos escuchado suficiente por hoy de su caso  Calchondo, y déjeme decirle que su “Rayo Verde” mar-ciano o de otra dimensión, no es para nada inexplicable, es un fenómeno que se da naturalmente y solo es cuestión de observar detenidamente; usted que tanto le da por ama-necer al andar de parranda, debe toparse con él fre-cuentemente, pues se da con la salida del sol y también en la puesta, es difícil de detectar pero requiere de concen-trarse y observar detenidamente, justo cuando el sol co-mienza a salir o ponerse en el horizonte;  la leyenda del rayo verde es popular, incluso hasta ha sido tema de novela, una de ellas supone que si un hombre y una mujer lo ven juntos, quedan eternamente enamorados, pero a usted  Calchondo se le da al contrario esta leyenda, pues se le van, vuelan, “caput” para siempre, le desaparece el amor a su pareja, se desenamoran de usted.

— ¡Ahí está!, ahí está la prueba doctor, para que vea que éste que miro yo, es otro tipo de rayo verde, provoca todo lo contrario al que usted menciona. ¿No qué no? –Sagazmente Calchondo refutó su aseveración científica al doctor, parándose y volviéndose a sentar de sopetón en su silla.

—Eeesss un misterio ancestral, que difícilmente podrán resolver y mucho menos ponerse de acuerdo ninguno de ustedes dos, mis estimados compañeros de ésta controversial mesa redonda; la mesa que menos aplaude jejeje.     
—Intervino  don Calchepe un calcetín aguado y viejo, de apariencia tierna favoreciéndole para ello su tenue color beige; como de unos 65 a 70 hilados años, o al menos así lo hacía parecer el asomo de un agujero de desgaste en su punta, porque por otro lado era de ojo alegré y de corazón bastante verde, por aquello de ser de “talón verde” (parte trasera de un calcetín) y por el “billete verde” que usaba para satisfacer su enamoradizo vicio, pues gustaba de deshilarse por coquetear y conquistar calchetinas mucho más jóvenes, y precisamente se encontraba en este centro, preocupado por la desaparición reciente de su última conquista, una calchetina de apenas 35 hiladas de vida, que un buen día no regresó a su verde morada.

—Yo ya llevo muchos años deshilados –prosiguió Calchepe– y he conocido infinidad de casos de desapariciones misteriosas, de calchetinas o calcetines, que pierden a su pareja en condiciones inexplicables, como estos casos que se han venido comentando en esta sesión. Mi padre y mi abuelo, que eran más tremendos que yo, sufrieron de algunos de ellos y me contaron sus historias, que conducen a lo mismo, a no encontrar aún respuesta al misterio, y digamos que un 50% de las desapariciones son casos..........

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jueves, 21 de agosto de 2014

VIDEO DE MI POEMA: "VERSOS QUE VUELEN LIBRES"

La poesía  debe  llegar con la sencillez y belleza  de sus palabras, de sus versos,  a tocar las fibras interiores del alma de sus receptores, no debe enjaularse en la perfección  de sus estrofas, de sus palabras recónditas,de sus versos complejos, de sus metáforas indescifrables, para solo ser captada y  apreciada  por una élite intelectual. Los grandes poetas lo son, lo han sido y lo seguirán siendo, porque en su poesía si bien  no en toda, han logrado poemas hermosos, que han podido llegar con sencillez, a ser captados en el interior del alma de todo tipo de gente, hacerles vibrar  y sensibilizar sus fibras, sin importar la condición intelectual de las personas; sus versos se infiltran y repiten por todas las calles de los pueblos y vuelan  por todos los rincones del mundo…   

Mijjo.













VOY A VOLAR


En el ayer eché a volar un día en busca de perseguir los sueños, dejé en el camino un amor sin querer dejarlo, pero fue más fuerte la inquietud de escudriñar los caminos, de descubrir la vida, de perseguir utopías por mejorarla, de encontrar el  destino, que se volvieron…tantos. Quedó en el desván empolvado en olvido, la flama de ese amor sin extinguirse, quizás lo anduve buscando por…tantas partes, cuando creí encontrarlo eché raíces, después claro de haber agotado mi sueño utópico, de encontrar una vida plena llena de todo lo esperado, de todo lo anhelado, de…tantas cosas que soñaba para estar satisfecho. Hoy paradójicamente cuando el recorrer la vida, me ha llevado a los peores senderos que me abruman, hoy que camino mis peores mañanas y tardes con tormentas, encuentro en esa vacuidad  de mi existencia la plenitud del amor, en esta oscuridad de mis noches, que me permite sentirme feliz y pleno pese a los peñascos adversos, los derrumbes aplastantes, y los caminos cerrados, que me lleva a concluir, que es el amor la única meta que garantiza la felicidad de vivir y es en él en el que debemos de canalizar el río de nuestras vidas, encausar todo nuestro accionar y los propósitos para lograr sin hacer falta nada más…porque nada más tengo, hacer realidad el sueño, de una vida plena, feliz y satisfecha. Este poema “Voy a volar” pinta esa vivencia del ayer, surgió un día hace mucho aun volando…hace tanto. 















lunes, 4 de agosto de 2014

EN LOS RINCONES OSCUROS

Y brillaron las soledades,
palidecieron los sueños hasta esfumarse,
se desprendieron los propósitos
rodaron por el declive de la desesperanza,
se acercaron peligrosamente al acantilado del desánimo,
resbalando voluntades,
estampándose en sólidos peñascos de desalientos,
desquebrajaron las intenciones de la pluma
se apagaron las palabras, sus deseos,
callaron los sentimientos, secaron sus versos,
se extinguieron las ganas de expresarse,
y el poeta se fue a dormir,
donde duerme el viento,
a refugiarse donde el río
muere y su corriente desahucia,
y llevó su pluma a la orilla de la nada,
escribiendo en los rincones oscuros,
para solo escucharse,
para solo escribirse,
a sí mismo.