jueves, 11 de junio de 2015

INTROSPECTIVA DE UN CAMELLÓN












Camino por un camellón estrecho,
a la distancia percibo sus silencios,
se escuchan sus adoquines torcidos,
reventados por raíces de árboles,
cansados de estar aprisionados
y del triste vació de sus copas,
que irrumpen  aves ambulantes,
extraviadas en el bosque urbano,
que pasan jugueteando o peleando;
loros discutiendo llegan y marchan,
pichos gritando desafíos,
se aparcan corto tiempo,
algunos caen para arreglar sus diferencias,
en el rin del pavimento duro,
abandonan la suavidad de los aires,
para poner patas en tierra,
sus posturas y resolver agravios,
que se reducen, a veces,
a la disputa de un gusano.

Entre las juntas de los adoquines
que forman las calles irregulares,
de la ciudad de las hormigas,
estas transitan imparables,
en desbandada sincronizada,
van rumbo al mercado de desperdicios,
son compulsivas adquisidoras,
algunas no abandonan la dieta de las hojas,
suben al edificio de los árboles,
por las escaleras rugosas de sus troncos,
dejando un nuevo "look" a sus ramas,
otras van al encuentro de las ofertas del mercado,
que por lo general ofrece,
gran variedad de productos,
abundando, los chicles masticados,
las colas de cigarros y todo tipo de heces,
de aves, perros y gatos,
y de uno que otro roedor apurado.
en un mercado cambiante,
en donde el viento se encarga
de llevar y traer mercancías nuevas,
bolsas de "Sabritas" rodando al garete,
oferta de ignorantes, inconscientes,
sucios barbajanes que provienen,
de las diversas fábricas de maleducados,
o quizás de las maquilas de "huevones",
la cosa es que abundan,
y acomodan sus puestos,
dentro del perímetro, que enmarcan
las guarniciones, de un camellón solitario,
olvidado por las escobas,
que recobran la memoria,
en campañas electorales,
luciéndose con un esporádico
hipócrita e ilusorio barrido,
o tapizando los troncos de sus árboles,
con propaganda abandonada,
que van dejando colgada,
y que con el tiempo pasan a incrementar,
las ofertas de este mercado de basura,
donde las hormigas van de compras,
y que aprovechan el hurgar del pico de los pichos,
en el interior de bolsas con residuos,
para adquirir lo que es espolvoreado,
que van dejando esparcido,
en la rugosa superficie deplorable,
de un camellón en silencio,
que calla su tristeza y abandono.
cansado de ser destruido,
por raíces liberándose,
y ultrajado por el inconsciente
defecar de animales,
y el irresponsable transcurrir
de deplorables ciudadanos.

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