martes, 30 de diciembre de 2014

EL JUGO DE TU AMOR

Llegaste a mi vida
cuando esta era escombros,
tu sola presencia,
repinto los muros carcomidos,
maltratados, desemplastecidos,
le devolvió su apariencia alegre,
ocultó lo viejo, lo ausente,
cubriste en colores su pasado,
su pesadumbre sombría.
su historia lacerante,
que le marcaban profundas grietas,
debilitando, carcomiendo su fachada,
penetrando la humedad a su interior,
enmoheciendo las entrañas,
encogiendo un corazón arrugado,
temeroso, tembloroso en el rincón,
donde había sido abandonado,
cuando fue expulsado del amor,
donde sólo abrazaba el dolor de la perdida,
la aplastante lápida de la baja autoestima,
no le permitía asomarse a la vida,
encerrándolo más, aprisionándolo en la soledad,
entre las estrechas paredes de la cárcel,
adonde lo condenó el desamor,
el sentimiento de no ser querido,
que le exprimió de su esencia su valor,
y le apago los latidos que lo sostenían,
dejándolo al punto del colapso,
sin atreverse a amar para evitar
ser derruido, se iba debilitando
haciendo polvo su recubrimiento,
queriendo desaparecer en el tiempo,
o que el tiempo desapareciera,
abandonándose, petrificándose,
oculto a la primavera, a la vida,
retraído, guardando la distancia,
a sus ansias del perfume de las flores,
al roce de sus pétalos, a la sensación
de la suavidad de un beso en los labios,
a recorrer un cuerpo desnudo con las
yemas de los dedos, renunciando
a todo lo que pudiese vivificarlo,
exponiéndolo nuevamente a ser dañado,
a quebrar los débiles puntales astillados,
que lo sostenían, entre las estrechas
paredes, donde se refugió a la vida.
paleaste los escombros, dejándolos a un lado,
le abriste paso a sus latidos,
desempolvaste su rincón maltrecho,
penetró el sol con tu sonrisa,
que deslumbró estos ojos nuevamente,
barnizando al corazón con la luz dorada,
que destellaba desde tu hermoso corazón,
y se fue desarrugando, inflamando de ti,
que te adentraste a acariciarlo,
a rescatarlo, a darle un baño hermoso con tu amor,
desplegando las ventanas cerradas de la pasión,
con sólo posar tus labios en los míos,
en ese primer instante de sentirlos,

con ese primer beso del encuentro,
que le entregó el olvido, dándole cura a la aflicción,
y le inyectó al instante el néctar de dulzura,
que recorrió su venas secas, con el torrente intenso
de tu pasión, volviendo a llenar todos los cauces,
que vierten en este corazón, que revivió al instante,

en que le diste de beber la pureza… del jugo de tu amor.

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