sábado, 14 de noviembre de 2015

¡Déjenme salir!

El camino era estrecho, la noche en extremo oscura, sin una pestaña de luna, una carretera solitaria, siniestro escenario donde el peligro habita, se esconde se pertrecha bajo la niebla, la cual aumenta mientras más me adentro, los ojos temiendo el peligro, girando para uno y otro lado, tratando de percibir a los monstruos fantasiosos en los costados acechando, o a los asaltantes depredadores, que atacan constante por este camino solitario en la montaña, en este laberinto de curvas incesantes; saco mi cartera y la pongo bajo un trapo debajo del asiento, por si acaso tengo la desgracia de que aparezcan; sudo y hace frío, el cuerpo tenso por el miedo desprende la adrenalina, se manifiesta en las gotas de sudor frías de la frente, o cálidas de las manos, más acelero, a todo lo que me permite la gravidez del camino, tratando de huir del peligro externo, de repente un tenue sonido del celular lo escucho como un grito, en este reino del silencio, es un mensaje, desconcentro la mirada al frente, busco el celular, atiendo el mensaje y en ese instante caigo en un abismo de oscuridad, en el que me encuentro, quiero salir pero no me dejan, mi espíritu lucha por desprenderse, pero mi cuerpo no lo permite, algo lo atrapa le da respiración, lo mantiene vivo, no dejándome escapar de la prisión de estas rejas en que se ha convertido mi propio cuerpo.
¿Quién es este hombre? Un desconocido que fue rescatado hace tres meses, del fondo de un barranco donde paro su carro, afortunadamente él fue arrojado fuera de vehículo en los giros de la caída, pues no quedó nada al incendiarse, ni tampoco se encontró nada que pudiese identificarlo, no traía cartera y su celular quedó incinerado entre los restos del carro; se logró conservarlo vivo, las múltiples fracturas y heridas profundas de su cuerpo han ido sanado, pero está en coma desde entonces, casi al grado de muerte cerebral, ya va para tres meses, se le mantendrá así hasta que aparezca algún familiar a reclamarlo y que autorice o no el desconectarlo.

Por más que grito déjenme salir, los monstruos desconocidos de esta oscuridad me mantienen preso, aunque mi mente está consciente desde que caí en este estado indefendible, que el depredador enemigo no estaba en el camino, afuera del carro, se encontraba al acecho dentro de él, justo a mi lado, me trasladó a los dominios de la monstruosa oscuridad, donde hoy me encuentro, donde nadie escucha mis gritos de auxilio, donde nadie aparece ni se manifiesta, monstruos invisibles aquí me mantienen,  paso el tiempo pidiendo, suplicando ¡Déjenme salir!   

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