¡Déjenme salir!
El camino era estrecho, la noche en extremo oscura, sin una
pestaña de luna, una carretera solitaria, siniestro escenario donde el peligro
habita, se esconde se pertrecha bajo la niebla, la cual aumenta mientras más me
adentro, los ojos temiendo el peligro, girando para uno y otro lado, tratando
de percibir a los monstruos fantasiosos en los costados acechando, o a los
asaltantes depredadores, que atacan constante por este camino solitario en la
montaña, en este laberinto de curvas incesantes; saco mi cartera y la pongo
bajo un trapo debajo del asiento, por si acaso tengo la desgracia de que
aparezcan; sudo y hace frío, el cuerpo tenso por el miedo desprende la
adrenalina, se manifiesta en las gotas de sudor frías de la frente, o cálidas
de las manos, más acelero, a todo lo que me permite la gravidez del camino,
tratando de huir del peligro externo, de repente un tenue sonido del celular lo
escucho como un grito, en este reino del silencio, es un mensaje, desconcentro
la mirada al frente, busco el celular, atiendo el mensaje y en ese instante
caigo en un abismo de oscuridad, en el que me encuentro, quiero salir pero no
me dejan, mi espíritu lucha por desprenderse, pero mi cuerpo no lo permite,
algo lo atrapa le da respiración, lo mantiene vivo, no dejándome escapar de la
prisión de estas rejas en que se ha convertido mi propio cuerpo.
¿Quién es este hombre? Un desconocido que fue rescatado hace
tres meses, del fondo de un barranco donde paro su carro, afortunadamente él
fue arrojado fuera de vehículo en los giros de la caída, pues no quedó nada al
incendiarse, ni tampoco se encontró nada que pudiese identificarlo, no traía
cartera y su celular quedó incinerado entre los restos del carro; se logró
conservarlo vivo, las múltiples fracturas y heridas profundas de su cuerpo han
ido sanado, pero está en coma desde entonces, casi al grado de muerte cerebral,
ya va para tres meses, se le mantendrá así hasta que aparezca algún familiar a
reclamarlo y que autorice o no el desconectarlo.
Por más que grito déjenme salir, los monstruos desconocidos
de esta oscuridad me mantienen preso, aunque mi mente está consciente desde que
caí en este estado indefendible, que el depredador enemigo no estaba en el
camino, afuera del carro, se encontraba al acecho dentro de él, justo a mi
lado, me trasladó a los dominios de la monstruosa oscuridad, donde hoy me
encuentro, donde nadie escucha mis gritos de auxilio, donde nadie aparece ni se
manifiesta, monstruos invisibles aquí me mantienen, paso el tiempo pidiendo, suplicando ¡Déjenme
salir!
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